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26/03/11 21:40

Habían vuelto a la ciudad natal de Sonia, el empeño de Roberto por volver a ver a Alba fue insistente, llevaba una semana pensado en ella y con mucho más ánimo y su hermano no pretendía sino verle feliz, por lo que volvieron a llevarlo a pasar el fin de semana.
-          Bueno Roberto, aquí estamos otra vez.
-          Si, a ver si llega tu amiga que la vea de nuevo.
-          Quizás hoy te dejen hablar con ella ¿no? (comentó Vicente chistoso)
-          ¡Anda mira! (dijo Sonia con sorpresa)
-          ¿Qué pasa?
-          Allí viene Erika.(dijo mientras señalaba con la mano)
-          ¿Y quién es Erika, hermano?
-          Pues la que acaba de entrar.
-          Sí, eso ya lo había deducido.
-          Es una amiga suya, es muy agradable la chavala.
-          Voy a decirle que estamos aquí. (dijo Sonia)
-          Es de las pocas que me caen bien(susurró Vicente a su hermano)
-          ¿Y Alba tardará mucho?
-          Joder, no te impacientes Roberto. Tú controla que le gustarás más.
-          Si precisamente por estoy nervioso, porque me gusta y quiero gustarle.
-          Bueno, no tardará mucho. Nosotros avisamos de que venías y vendrá acompañada de otros amigos.
-          ¿Esa no sale sola o qué?
-          Pues normalmente no, siempre va con el de la otra vez como mínimo. Pero que no te preocupes que eso influye poco.
-          Eso espero. Mira ya viene Sonia.
-          Este es Roberto. Y bueno, a Vicente ya lo conoces. Esta es mi amiga Erika(dijo Sonia al llegar)
-          Hola, encantada Roberto.
-          Igual digo.
-          ¿Eres el hermano de Vicente?
-          Mismamente.
-          ¿Y a quien esperáis?
-          Pues a la gente esta, que hemos quedado con ellos aquí. (respondió Vicente)
-          Y Roberto espera a Alba.
-          ¿Cómo que la espera? (preguntó Erika)
-          Nada, no le hagas caso
-          Lo siento, las sutilezas no son lo mío. Pero no pasa nada Erika es de fiar hombre(dijo Sonia)
-          Tampoco es ningún secreto. (añadió Roberto)
-          Vamos que te gusta Alba. (argumentó Erika)
-          Sí, he venido por ella.
-          ¿Y te gusta mucho?
-          Pues bastante, llevo un par de semanas hablando con ella por teléfono y todo, mensajes y esas cosas.
-          Si, igual es un poco pesadito(añadió Vicente)
-          No, pero yo no lo decía por eso Vicente.
-          ¿Entonces? (preguntó Sonia)
-          Pues mira, voy a decir una cosa pero solo a él.
-          ¿A mí? (dijo Roberto)
-          Si, a ti, ven un momento conmigo.
-          Bueno, pues disculpadnos un momento.(dijo mientras se apartaban a un lado solitarios)
-          Que conste que te digo esto pero para que no digas nada.
-          Vale.
-          Que no se enteren de que te lo he dicho yo porque si no vamos a tener discusión.
-          Si, cuenta.
-          Pues…que dejes de lado a esa tía.
-          ¿Pero porque?
-          Porque pasa de ti.
-          Pero si he estado hablando con ella y tal… ¿Y tú como coño sabes eso si me acabas de conocer?
-          Pues lo sé porque la he oído hablar de ti, a ella y a sus amigas.
-          ¿Cómo que de mi si no sabias quien era yo?
-          Es que he estado almorzando con ellas y se han puesto a hablar de que esta noche venía el hermano de Vicente otra vez.
-          Si, ese soy yo.
-          Y claro, yo no sabía que eras tú, pero vamos, que no han dicho nada bueno.
-          ¿Y que han dicho?
-          Pues que tienes muy poca vergüenza, que intentas ligar con todas…
-          ¡Qué ligo con todas! ¿Qué les pasa a esas? ¿así de creído se lo tienen? Ostia puta, es que aquí no puede uno ser agradable con una mujer ni al saludarla…
-          Y Alba mencionó que no ibas a pillar nada con ella.
-          ¿Y entonces porque seguía hablando conmigo y mandándome mensajes por teléfono?
-          Ese tipo de tías son así, les gusta tener tíos alrededor tras ellas.
-          Mi hermano estaría de acuerdo, mira que me avisó.
-          Ya no te digo más porque veo que te vas a alterar y tampoco es relevante lo que dijeran, solo que sepas a lo que te atienes.
-          Pero aún no lo entiendo, si ellas solo me han visto una vez.
-          Pues yo tampoco lo entiendo tío, pero esa gente es así de falsa. Ponen muy buena cara siempre y dicen lo que quieres oír pero a la espalda…
-          ¿Y cómo eres su amiga?
-          Más bien digamos que soy amiga de Sonia, a ellas las conozco de poco, pero a veces quedamos.
-          Entiendo.
-          A mí me gusta ir de cara y por eso te lo he dicho. A ellas no he dicho nada porque no sabía ni de quien hablaban, aunque me extrañaba que hablan tan mal de alguien relacionado con Sonia y Vicente.
-          Claro, es normal.
-          Y a mí las falsedades me hacen más bien poca gracia, por eso te lo digo para que lo sapas, que yo con ellas tengo poca relación en realidad.
-          Pues no sé qué decir a esto, es una sorpresa.
-          Y además también te he avisado porque si eres familia de Vicente y Sonia no puedes ser mala gente.
-          Vaya, pues muchas gracias.
-          De nada, los amigos de mis amigos son mis amigos.
-          Lo mismo digo.
-          Siento chafarte la noche, pero pienso que debías saberlo.
-          Es un golpe duro, pero no me estropeas nada, prefiero saber la verdad de las cosas
-          Yo también, por eso lo hago.
-          ¿Y qué hacemos ahora?
-          Pues vámonos los cuatro de fiesta, no necesitamos a nadie más
-          Me parece bien. Vamos.
-          ¿Qué habláis tanto rato? (dijo Vicente al verlos volver)
-          Pues que nos vamos ya de aquí los cuatro juntos de fiesta.
-          ¿Y Alba? (preguntó Sonia)
-          A alba que le den.
-          ¡Cojones! ¿Y ese cambio? (dijo Sonia sorprendida)
-          Algo habrán hecho tus amiguitas, que esa gente es venenosa como un escorpión, tienen el aguijón siempre listo.
-          No empecemos Vicente.
-          Si es que te lo tengo dicho Sonia, tienen la lengua bífida.
-          Calla ya. ¿Pero que le has dicho Erika?
-          Sonia, mejor que te lo cuente él si quiere.
-          Ahora os lo contaré a los dos juntos, y dudo mucho que, al menos mi hermano, esté en desacuerdo sobre irnos ya los cuatro solos esta noche.
-          Salgamos de aquí pues y a tomar por culo esta gente. (ordenó Vicente algo irritado)
-          Eso, que vengan cuando quieran, larguémonos. (secundó Erika)
-          Estoy de Acuerdo. (añadió Roberto)
-          Bueno, pues vámonos. (dijo Sonia)
Finalmente se largaron del local antes de que llegaran las amigas de Sonia. Roberto sabía que no era buena idea quedarse allí a beber porque en cuanto se tomara unas copas no sería capaz de contenerse, ni él ni su hermano en cuanto lo supiera, y si decían o insinuaban algo delatarían a Erika, cosa de lo que tenía poca intención.

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