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27/03/11 12:35

Abrazados en la cama, durmiendo juntos, así terminaron Erika y Roberto aquella noche y así seguían por la mañana. Erika se giró para ponerse de cara a Roberto y éste se despertó.
-          Buenos días, preciosa.
-          ¿Qué tal has dormido?
-          Yo bien, acompañado siempre duermo mejor, me siento más tranquilo.
-          ¿Estabas falto de cariño femenino?
-          De cariño en general.
-          Pobrecito.
-          Pero no es por nadie, sino por mí. Últimamente estoy muy alejado de todo.
-          ¿Qué es lo que te pasa?
-          Déjalo, no voy a aburrirte con mis problemas.
-          No me aburres, te conozco de poco pero me caes bien, cariño.
-          Si te empeñas pues te lo contaré.
-          Claro, viene bien expresar los problemas sea con quien sea. Cuenta.
-          En esencia todo viene de que mi novia, con la que vivía desde hace tiempo, me dejó.
-          ¿Hace poco?
-          Si, en navidad más o menos.
-          Vaya palo.
-          Pero ese no es el problema, eso lo he aceptado ya.
-          ¿Entonces?
-          El problema es que desde eso he intentado adaptarme a la vida en solitario y no me va mal del todo, pero necesito cariño.
-          ¿Y tu familia?
-          Pero el cariño de la familia no es el que echo de menos. Es más, mi familia sería mejor que no se enterara de estas cosas.
-          ¿Por qué? Ellos te ayudarán seguro.
-          Sí, pero prefiero no preocuparlos.
-          No sé que será peor.
-          Créeme, mejor que no, no creo que sea bueno que sepan que últimamente solo vivo por inercia.
-          ¿Por inercia?
-          Si, solo dejo que pase el tiempo y me dejo llevar. Me da igual todo.
-          A lo mejor tienes depresión.
-          No sé, me echaron del trabajo hace poco también…
-          Vaya follón.
-          Si mañana muriera me daría igual.
-          No seas suicida hombre.
-          No es eso, no digo que busque la muerte, pero tampoco la evito. Solo digo que me daría igual morir.
-          Bueno, tú no te preocupes, de momento cuando necesites cariño yo estoy para ello si lo quieres.
-          Te lo agradezco, lo necesitaré.
-          De nada precioso.
-          Gracias, espero no haber sido muy seco.
-          Bueno, como no te he conocido hoy tampoco sé si eras mas cariñoso antes. Pero de momento lo has sido bastante.
-          Ya, lo necesitaba.
-          Y a mí me ha gustado mucho  pasar la noche contigo.
-          Me alegro.
-          ¿Y esa sonrisilla?
-          Pues que estaba pensando que a quien se le diga no se lo cree.
-          ¿Cómo que no?
-          Conociéndome no, a quien le diga que he pasado la noche con una mujer sólo para dormir con ella no se lo cree.
-          Pues vaya gentuza ¿Qué tiene de malo?
-          Nada. No es porque sea malo, es porque no es lo que hago siempre.
-          Entiendo, tienes fama de mujeriego.
-          Si.
-          Pero esto no te la quita, sigues pasando la noche con una mujer.
-          Sí, pero no para follar.
-          ¿Y tienes algún problema con eso cariño?
-          No, realmente es lo que necesito. Suelo tener sexo con mujeres para notar el cariño que tanto echo de menos. Follo para sentir el momento tras el coito, más que para el coito en sí.
-          Entiendo. Y eso te lo he dado yo esta noche sin sexo.
-          Si, y me ha gustado. He sentido una tranquilidad que no sentía hace tiempo.
-          Me lo tomo como un alago.
-          Y lo es, me agrada tu compañía. Eres muy cariñosa y me siento tranquilo cerca de ti.
-          ¡Qué lindo eres! (dijo agarrándole la cabeza y dándole un beso en la mejilla)
-          Gracias.
-          No sé como serías antes para tener tal fama, pero a mí me pareces un encanto de tío
-          Gracias otra vez, preciosa.
-          Bueno ¿y ahora qué hacemos? (preguntó levantándose de la cama)
-          Pues tendré que irme, digo yo.
-          Anda hombre, te quedas y desayunamos juntos. Me voy a ir vistiendo.
-          Entonces voy al baño mientras.
Entró al lavabo sin encender la luz, se enjuagó la cara con agua y levantó la mirada para ver su reflejo en el espejo, se quedó unos segundos pensativo entre tinieblas, con tan solo la tenue luz que entraba por la ventana, mirándose a los ojos a sí mismo. Tenía ojeras, cuello tenso y una ligera resaca, pero se sentía bien y tranquilo, aquella noche la había pasado sin recordar a Alicia y sin necesidad de drogas o estimulantes, empezaba a vislumbrar lo que realmente necesitaba.

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