Juan y Roberto andaban por la calle tranquilamente, acababan de salir de un bar y volvían a casa. A unos metros Roberto vislumbró a Alicia acompañada de algunas amigas y un chico, ella se dio cuenta de su presencia e intentó disimular, pero éste se acercó por detrás y le tocó el hombro. Entonces ella se giro sin decir nada y ambos se apartaron a un lado para hablar.
- ¿Por qué cojones me eludes?
- Roberto es que conociéndote…
- Pues precisamente por eso no sé porqué lo haces (interrumpió él)
- Sólo intento desaparecer de tu vida.
- ¿Y sigues pensando que es tan fácil?
- Es mejor para todos.
- Lo será para ti.
- Y para ti.
- Para mi no es fácil, pero supongo que a ti te es más fácil mirar hacia atrás y olvidar los sentimientos.
- No creas que eso es de golpe.
- Para mí si fue de golpe.
- Para mí no…
- Lo dudo mucho la verdad, nunca ha parecido que sepas ni lo que quieres ni lo que necesitas.
- Que sabrás tú.
- Pues lo que tú me hacías ver.
- Ya estamos con lo mismo.
- Pues sí. Y es que a mí me cuesta trabajo y tiempo deshacerme de toda una vida.
- Yo sólo intento apartarme.
- ¿Para no hacerme más daño?
- Si.
- ¡Y una mierda! ¿Te crees que no me duele por no volver a verte?
- Pues…
- ¿Cómo piensas que se desvanezca todo como si nada? ¿Cómo duermes tranquila por las noches?
- No, mejor no lo digas, lo puedo deducir y me atormenta la idea. (interrumpió de nuevo)
- No iba a decir eso.
- ¿Cómo se supone que se olvida una vida?
- Apartándote. Y no es toda una vida.
- Para mí sí, al menos en potencia lo era.
- Sólo rehazla de nuevo.
- ¿Cómo tú has hecho con tanta frialdad?
- Más o menos.
- Pues eso intento, pero me cuesta adaptarme a mi nueva vida, hay días que es difícil… ¡Joder! ¿Sabes lo que es pasar el catorce de febrero sólo?
- Si.
- Sabrás lo que es pasarlo solo, pero no pasarlo solo con tus recuerdos.
- El tiempo lo cura todo.
- Si, y los regalitos nuevos por lo que veo… yo ya llevaba casi tres meses sin saber nada de ti.
- Este collar fue un regalo del …
- Del catorce de febrero, me lo había imaginado ya. (volvió a interrumpirla)
- Ya te he dicho que intento apartarme.
- ¿Apartarte de qué? Mira, no pido que vuelvas conmigo, en absoluto, pero sí que no seas tan fría con esto, no es necesario que desaparezcas.
- Creo que no lo entiendes, pero así será mejor.
- No, parece que eres tú la que no lo entiendes. Tú has sido una persona importante en mi vida y aunque ya no seas mi novia podemos relacionarnos.
- No sería buena idea.
- Y eso es lo que más me duele realmente, parece que ya no significo nada.
- Tampoco es eso.
- Pero claro, supongo que no soy tan importante para ti como tú para mí.
- Supongo que será difícil, pero…
- ¡Por supuesto que lo es!
- ¿Qué coño pasa aquí? (dijo Luis acercándose)
- Tu lárgate imbécil, que poco tienes que decir aquí.
- Tranquilidad. (dijo Alicia)
- El que te tienes que largar eres tú, canijo. (respondió Luis)
- Pues me parece que no. (comentó Juan al meterse en medio)
- ¿Y tú quien coño eres? (replicó Luis)
- El que te va a partir la cara como no los dejes hablar.
- Tranquilicémonos. (dijo Luis al fijarse en la corpulencia de Juan)
- Si, será mejor. Venga Roberto, vámonos.
- Espera, no quiero bronca, sólo voy a decirle una cosa al inútil este.
- Compórtate Roberto (reprochó Alicia)
- Escúchame. (dijo Roberto acercándose al oído de Luis)
- Lo dejaré porque está borracho. (argumentó Luis)
- Espero que cuides bien de esta mujer. Porque si me entero que la dañas de algún modo te buscaré, te encontraré y te mataré.
- ¿Tu a mi? (dijo Luis agarrando de la camisa a Roberto)
- Si, y no es una forma de hablar. Te agarraré por el cuello y apretaré y apretaré hasta que mueras asfixiado. (replicó Roberto con toda serenidad)
- ¿Queda claro? Pues suéltalo. (dijo Juan mirando seriamente a Luis)
- Hasta otra. (se despidió Roberto)
Todos se separaron y los dos amigos se fueron a sus casas tras la disputa, comentando por el camino lo dicho, Roberto sólo pretendía asustar a ese tipo, realmente no buscaba problemas y Juan lo sabía. Cuando Roberto llegó solo a su apartamento afectado por la visión de ella y su acompañante, atormentado por la idea de no volver a verla nunca, dejó caer su cuerpo contra la pared se sentó cabizbajo y pensativo en la oscuridad del pasillo, solitario entre aquellas paredes.
0 comentarios:
Publicar un comentario