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30/01/11 4:05

Roberto se quitó de encima de Masha, lo había intentado, pero le costaba demasiado, el alcohol, el malestar y el recuerdo de su anterior novia no lo dejaban seguir. Masha acababa de conocerlo y sabía poco de sus pesares en aquel momento.
-          ¿Qué haces? Sigue.
-          No puedo, ya te lo avisé.
-          ¿Es que no te gusto?
-          No…no es eso.
-          ¿Entonces qué te pasa?
-          Pues mira lo dije antes de venirnos, que no era buena idea, pero te empeñaste.
-          Si, la borrachera y el estómago… ¿y todavía no se te ha quitado?
-          No, claro que no. Y también que hace poco rompí con mi novia y no estoy con ánimos. Además del sueño que tengo ya que es tarde.
-          Está claro que es un mal momento, pero eso podemos solucionarlo. (afirmó ella levantándose de la cama)
-          ¿Y dónde vas?
-          A darte una cosa que te quitará todo el malestar y las penas.
-          ¿No será cocaína?
-          No, es otra cosa.(dijo rebuscando en su bolso)
-          La verdad es que la última vez probé con cocaína y me espabiló mucho.
-          Pues esto te va a espabilar más fuerte. (dijo sacando una bolsita con pastillas de su bolso)
-          ¿Pastillas? ¿No será viagra?
-          Que va, son pastillas de éxtasis. Esto te da un subidón que se te quita el sueño, el dolor y las penas en un segundo.
-          Joder, eso tiene pinta de ser duro.
-          Que no pasa nada, no seas cobarde, ya verás cómo te pone estupendamente.
-          Pues no estoy yo muy seguro del todo.
-          ¿No quieres rendir bien conmigo cariño?
-          Hombre, claro, pero…
-          Pues entonces tómatela y dame caña. (interrumpió ella)
-          ¿También te gusta el salvajismo?
-          Por supuesto, te oí decírselo a tu amigo, conmigo no tendrás problema por eso.
-          Si te gusta eso a un punto a tu favor.
-          ¿No te gusto o qué?
-          No, es decir, si, que me pareces atractiva, pero no es por eso. Es que no estoy de ánimo para esto.
-          ¿de verdad que no es por mi?
-          Que no mujer.
-          ¿Seguro?
-          Si.
-          Pues toma una verás como eso te anima.(dijo sacando un par de pastillas de la bolsa)
-          Bueno, a ver, dame una.
-          Toma.
Masha le metió una en la boca a Roberto acariciándole los labios sensualmente y la otra se la comió ella. Roberto tenía claro que no era completamente por los achaques que le repetía a ella, estaba mintiendo, en realidad el problema mayor era que esa chica no le gustaba, pero no quería hacerla sentir mal por lo que le siguió el juego mientras pudo. Al rato la pastilla hizo efecto y sintió al una subida de ánimo y apetito sexual. Ella se lanzó contra él, agarrándose fuertemente clavando la uñas en su espalda, arañando, mordiendo… y él la siguió. Y así continuaron su coito agresivamente hasta tarde.
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29/01/11 23:20

Juan se apoyaba en la barra observante, mientras Roberto al fondo del bar hablaba con una mujer. Una morena de piel clara con extraño acento y más alta que él. Roberto se giró acercándose a Juan que le preguntó sobre ella.
-          ¿Qué dice la madre patria Rusia?
-          No es rusa hombre, es ucraniana y se llama Masha.
-          Es lo mismo, tiene el miso acento y era también de la unión soviética.
-          Bueno, eso sí.
-          ¿Y qué dice entonces?
-          Pues dice que quiere tema.
-          Eso era deducible, lleva desde que te vio alrededor tuya.
-          Sí, y yo llevo toda la tarde bebiendo.
-          Yo también, pero eso no es excusa.
-          ¿Cómo que no? Si tengo hasta el estómago malo, así no puedo…
-          Tonterías. (interrumpió Juan)
-          Que si hombre, además que parece que no está muy centrada de la cabeza la tía.
-          Eso da igual si para una noche ¿Qué más dará?
-          Sí, pero para quedar mal mejor estarse quieto.
-          Que no tío, tu lo que tienes que hacer es aprovechar.
-          Pero si no tengo ni ganas
-          Si no tienes ganas se hacen.
-          Sí, como el otro día con Isabel.
-          Es verdad, que quedaste con ella. ¿Qué pasó?
-          Pues bien, no tenía ganas, pero digamos que se hicieron.
-          Estupendo entonces.
-          Si, estuvo bastante bien, pero no sé si me volverá a llamar.
-          ¿Y eso?
-          Porque creo que me pasé de agresividad, fui algo salvaje mordiendo y tal.
-          ¿Y a esa no le gusta eso?
-          No sé, a algunas les gusta amanecer marcadas y doloridas, pero no me quedó muy claro que a ella le agradara.
-          Bueno, tú no te preocupes por eso ahora, lo que tienes que hacer es tirarle ya a la rusa.
-          La verdad es que no me gusta mucho esa tía.
-          ¿Qué más dará? Tú que puedes aprovecha por lo que no follamos, que tienes que follar por nosotros.
-          ¡Já, que tío! Ese argumento me parece más convincente.
-          Ya sabes lo que hay.
-          Pues a las tías esas de antes les ha sentado mal al verme con ella.
-          ¿Dices las amigas de mi compadre?
-          Si, esas mismas.
-          ¿Es que alguna quería algo contigo?
-          No creo, me parece que es porque le he mencionado antes: que yo normalmente no salgo a ligar, sino que más bien me encuentro los ligues.
-          ¿Y porque les va a sentar mal?
-          Pues porque me parece que han pensado que yo era un vacilón o mentiroso al decir eso…
-          Pero luego ha venido la rusa a demostrarlo y se ha tirado todo el rato alrededor tuyo metiéndote mano.
-          Exacto, y creo que ha sido como un “¡zas, en toda la boca!” para ellas, y sin proponérmelo, e igual no les ha gustado.
-          Pues que se aguanten.
-          Eso digo yo ¿Para qué iba a inventarme nada? Si no se lo querían creer que no se lo creyesen.
-          Ahora ya lo han visto claramente, así que venga, demuéstralo del todo, llévatela a tu apartamento ya.
-          Bueno, pues hasta otra.
-          Adiós y que vaya bien.
-          Eso espero.
Se largó con ella ante la mirada de los demás, pero iba inseguro, con el estómago revuelto y mareado por el alcohol. Roberto intuía que no era el mejor momento para aquello, pero le costaba negarse a las mujeres, tal que aún así fue con ella hasta su apartamento para, por lo menos, intentarlo.
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27/01/11 6:40

Roberto e Isabel habían quedado para salir esa noche, estaban solos y llevaban toda la noche bebiendo, la mayoría de los locales ya habían cerrado, otros empezaban a cerrar sus puertas y algunos incluso a abrirlas. Viendo esto decidieron ir a casa de Isabel a tomar la última copa allí.
-          Entra y siéntate, ahora te traigo algo.
-          Que no sea muy fuerte.
-          A ver que tengo.
-          Parece que te gusta el cine. (comentó Roberto ojeando las películas de la estantería)
-          Pues claro. (respondió ella desde la cocina)
-          Tienes una buena colección.
-          Tengo más, pero ahí están sólo las originales.
-          De todos modos hay bastantes, y buenas.
-          Gracias, me alegro de que te gusten (dijo entrando con la bebida)
-          Pues claro, son clásicos.
-          Espero que no te importe tomártelo sin hielo. (comentó mientras servía)
-          No pasa nada tía, con el frio que hace no haría ni falta.
-          Es que pensaba que tenía, pero resulta que se me ha olvidado.
-          No pasa nada. Ostias, si es Vodka.
-          Si, es lo que tenia.
-          Joder tía, prefería algo flojito que sino…
-          No te lo tomes si no quieres.
-          Bueno, es igual, esperemos que no me siente mal.
-          Volviendo a lo de antes… ¿Has ojeado mi colección entonces?
-          Si, eso te decía, que veo aquí muchos clásicos como El gabinete del doctor Caligari, Nosferatu, El hombre lobo, Drácula y White Zombie con Bela Lugosi y La novia de Frankenstein con su gran enemigo Boris Karloff.
-          Si, no se llevaban muy bien.
-          Las demás no las conozco mucho.
-          A mí es que me gusta bastante el cine de terror clásico.
-          Supongo que no he visto tanto ese tipo de cine como tú, pero Nosferatu de Friedrich Wilhelm Murnau es una que me encanta.
-          A mí también, en el setenta y nueve hicieron una versión que no me gustó.
-          Si, esa la he visto, tampoco me gustó mucho, aunque no está mal del todo.
-          La del veintidós de Murnau es que está muy bien.
-          A mí me gusta, pero personalmente pienso que la mejor adaptación que se ha hecho de la novela de Bram Stoker es la película del noventa y dos, Drácula, dirigida por Francis Ford Coppola.
-          No estaría yo totalmente de acuerdo con eso, pero bueno.
-          Mierda, creo que me estoy poniendo malo.
-          ¿Por mi comentario? (dijo riéndose)
-          No mujer, por el alcohol.
-          Pues no bebas más. Si quieres te puedes quedar a dormir aquí.
-          No, si son sólo mareos.
-          Claro, de la borrachera, pero que te puedes quedar.
-          ¿Y qué duermo en el sofá?
-          No seas gilipollas hombre, duermes conmigo, en mi cama.
-          Es que después de lo que nos pasó la ultima vez…
-          Ya te dije que no tenía importancia. Además, no tienes porqué quedarte para eso, puede ser sólo dormir.
-          Realmente hecho más de menos dormir acompañado que el sexo.
-          Que bonico, si en el fondo eres hasta sensible. (comentó sonriente)
-          Aunque hace poco estuve con una y fue todo perfecto.
-          Igual es que ya estás bien de ánimos, aunque mal de borrachera en este momento.
-          Por eso no estoy seguro si podré, y para volver a hacerlo mal mejor no lo hago.
-          Pues no hay problema, ahora mismo te doy una cosa que te quita toda la flojera de golpe.
-          ¿El qué?
-          Pues esto. (respondió sacando una bolsita blancuzca de su bolso)
-          ¿Eso es cocaína?
-          Si. ¿Pasa algo?
-          Pues que no pensaba que viniera a tu casa para drogarnos.
-          No hemos venido a eso, pero si necesitas espabilarte aquí lo tienes.
-          Nunca la he probado.
-          Es sólo para ponernos a tono antes, así no te preocuparás tanto.
-          Aquello fue por otra cosa encanto, no sé si esto…
-          Que no pasa nada hombre, tu pruébalo conmigo verás cómo va bien.
-          Bueno, pues a ver si funciona.
-          Voy a hacer un par de rayas, tú enrolla bien este billete mientras.
Isabel sacó una tarjeta y fue preparándolas sobre el cristal de la mesa. Al momento de metérselas ambos se espabilaron casi de golpe y se fueron bien animados a la habitación de Isabel, a fornicar salvajemente en su cama. Roberto se sentía eufórico, aquello funcionó, hizo efecto y su deseo sexual era intenso, el miedo a la frustración había desaparecido, las cosas que solían preocuparle parecían no afectarle en ese instante.
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22/01/11 04:50

Miriam y Roberto yacían tumbados en la cama, acariciándose el uno al otro. Abajo se oía aún el jaleo de la fiesta.
-          ¿Te ha gustado?
-          ¿Acaso no se ha notado?
-          Hombre, algo si…
-          ¿Es que no me has oído gemir?
-          Me parece si no fuera por la música te hubieran oído hasta los de la fiesta.
-          ¿Pues entonces para qué preguntas?
-          Es la costumbre. Es la pregunta que siempre hago.
-          Pues me ha encantado.
-          Vaya, es todo un alago. Y eso que últimamente he tenido algún problema con estas cosas…
-          Será porque no han sabido tocarte bien.
-          No creo, fue por mi estado de ánimo pienso yo.
-          Pues a mi hacen lo menos tres o cuatro años que no me lo hacen tan bien.
-          Vaya, muchas gracias, pero si llevas desde hace mas de tres o cuatro años haciéndolo… ¿Qué edad tienes?
-          Pues dieciséis, cumplo diecisiete este año.
-          Joder, pues has sido un tanto espabilada para tu edad.
-          ¿Cómo que espabilada?
-          Nada, que me parece que has sido un poco prematura para el sexo.
-          Supongo, ya llevo unos cuantos. Y a ti no se te da mal desde luego, tienes que tener experiencia también.
-          Sí, eso me dijo alguna que otra… pero yo tengo años como para habérmelo tomado con calma. Y, aunque se me diera bien, últimamente me faltaba seguridad.
-          ¿Por qué?
-          Pues que me mi novia me dejó hace poco.
-          El mío también a mí…bueno, más bien lo dejé yo a él.
-          ¿Y qué pasó?
-          Pues lo dejé porque es un idiota y un inútil.
-          Veo que no lo tienes en alta estima.
-          No, y mejor no me hagas hablar de él.
-          Vale. Pues cambio de tema… me sorprende que haya salido todo tan bien a pesar de la borrachera.
-          Eso es que sabemos darle bien cariño. (dijo ella besándole el cuello)
-          Eso será, no se me hubiera ocurrido que te gustaba tanto la sodomía.
-          Me encanta cariño, y me lo has hecho muy bien.
-          No es la primera vez claro…
-          Bueno ¿Y tú cuántos años tienes?
-          Yo…no sé si decírtelo.
-          No creo que pase nada.
-          Tengo treinta y dos.
-          ¡Anda ya! Estarás de broma.
-          Que sí mujer, que es verdad.
-          Vale, vale, me lo creo. Es que aparentas menos. Sabía que eras mayor que yo, pero pensaba que no tanto.
-          Es que afeitado gano juventud, pero tengo casi el doble de edad que tu. (dijo sonriente)
-          ¿Por eso eres el doble de bueno en la cama que los de mi edad?
-          Tiene gracia que digas eso
-          ¿Por qué? ¿Es que no es verdad?
-          No, no digo eso. Lo que tiene gracia es que yo he hecho un chiste parecido con mi amigo Rafa esta misma noche en la fiesta.
-          Estamos en la misma onda encanto.
-          Será por eso que ha salido bien la noche hoy.
-          Y no te preocupes hombre, si a mí me da igual la edad que tengas mientras lo pasemos bien.
-          Deduzco de ese comentario que querrás volver a quedar conmigo.
-          Pues claro, me ha gustado mucho.
-          Gracias por el cumplido. Creo que deberíamos volver a la fiesta.
-          Que se vayan a la mierda los de la fiesta, aquí estamos bien ¿no?
-          Sí, claro que sí.
-          Pues quedémonos un rato más y luego repetimos.
-          Vale, pero déjame descansar un poco.
Se quedaron así un rato, acurrucados, para seguir posteriormente con su diversión; haciendo caso omiso a la fiesta y sus integrantes, allí aislados en el cuarto sólo les importaba la lujuria y la pasión del momento.
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21/01/11 23:55

Se encontraban Ángel, Rafa y Roberto en casa de Sergio que había organizado una fiesta, algunos mas bebidos que otros, desde hacía un rato intentaban conversar a pesar del volumen de la música, casi tenían que hablar a voces. En un momento se acercó Sergio, el anfitrión de la fiesta, un amigo de los tres.
-          ¡Qué buena fiesta has organizado Sergio!
-          Ya te digo colega. (añadió Rafa)
-          Gracias tíos, tenéis todas las copas que queráis, ya lo sabéis.
-          Pues aprovechemos entonces. (comentó Ángel)
-          Llevamos aprovechando un buen rato Sergio ¿No se nos nota?
-          Si, si, parece que vais un poco ebrios, pero bueno, es una fiesta, es para eso.
-          Oye Sergio.
-          Dime.
-          ¿Quién es esa rubia de allí? (preguntó Roberto señalando a una mujer)
-          Esa es Miriam, la hermana de Pedro.
-          Ostias, pues si que ha crecido, está muy guapa.
-          Lo secundo. (agregó Ángel)
-          Pues tiene dieciséis o diecisiete años.
-          No me digas…
-          Anda ya hombre, si está para hacerla polvo. (comentó Ángel)
-          Pero si es una niña tíos. (argumentó Rafa)
-          Pos vaya con la niña tronco.
-          Que par de golfos…Tened cuidado (se despidió Sergio yendo hacia otro lugar de la fiesta)
-          Si que está guapa la muchacha, igual voy a saludarla.
-          Pero si tiene la mitad de años que tú Roberto.(reprochó Rafa)
-          Pues así seré el doble de experimentado que ella.
-          O no. (interrumpió Ángel)
-          Anda, déjate de tonterías hombre.
-          Claro, cómo tú estás bien averiguado ya… (le dijo Ángel a Rafa)
-          No le hagas caso a mi primo, que tiene una borrachera ya que no veas (dijo Roberto excusándolo)
-          Que sí hombre, que esa le das caña y se hace una mujer, y luego te pide más (vociferó Ángel un tanto balbuceante)
-          Bueno, ahí os quedáis sinvergüenzas, que voy me voy para allí con Carmen (dijo riendo)
-          Eso, eso a hacer polvorones. (murmuró Ángel)
-          Venga Rafa, hasta luego. (dijo Roberto despidiéndolo)
-          Otra cosa… ¿Qué pasó el miércoles? (preguntó Ángel)
-          ¿Qué va a pasar?
-          Pues que me dijo Juan que te dejó con una tiparraca en el bar.
-          No es una tiparraca hombre, es una muchacha agradable, aunque algo exigente y rarilla a veces.
-          ¿Pero qué pasó?
-          Pues es algo que no me parece pertinente contarlo.
-          Que estamos en confianza hombre.
-          Sí, pero me parece descortés contar las intimidades.
-          Bueno, como quieras, el caso es que pasaste la noche con ella ¿No?
-          Si, dormí en su casa y al día siguiente ni fui a trabajar.
-          Eso no está bien hombre, es decir, está bien lo de dormir con la tía, pero no lo de faltar a trabajar.
-          Lo sé, dije que me había puesto malo y ya está.
-          Tu ten cuidado, no pasa nada porque seas golfo de vez en cuando, pero en el trabajo hay que cumplir bien, a ver si te van a despedir.
-          Lo tendré en cuenta.
-          Bueno, en otro orden de cosas… ¿Vas a presentarte a la chavala rubia o qué? Probablemente.
-          Pues venga, yo me voy ya, que con la borrachera que tengo ya verás mañana.
-          ¿Quieres que te acompañe o algo?
-          No, no es necesario, me voy andando y que me despeje el aire fresco, además, si vivo cerca.
-          Como quieras.
-          Pues dale, tú a lo tuyo, ve a por la rubia.
-          Allá voy.
-          Venga, hasta mañana.
Roberto fue hacia ella y la saludó. Charlaron un rato  y tras varias copas subieron juntos y de forma discreta a una de las habitaciones de la casa.
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19/01/11 13:20

Isabel estaba recostada junto a Roberto, con la cabeza echada sobre el pecho de él. Le acariciaba suavemente el torso mientras Roberto, silencioso miraba con la vista perdida. Al momento se giró sin decir nada.
-          ¿Estás preocupado por algo?
-          Para no estarlo.
-          No pasa nada, es normal.
-          ¿Tú te has quedado bien de todos modos?
-          Sí, yo estupendamente. ¿Y tú?
-          Pues yo… yo estoy bien, no tengo ni ganas.
-          Mejor, así me siento menos culpable de que te haya pasado eso.
-          Bueno, lo siento Isabel, es que…
-          No pasa nada, la verdad es que no es la primera vez que me pasa. (dijo echándose en su espalda)
-          ¿Sí?
-          Sí, me ha pasado otras veces, sobre todo las primeras veces que me voy con un tío, les suele pasar.
-          Será la falta de confianza…
-          Será eso, es normal. (comentó empezando a acariciarle la espalda con la punta de los dedos)
-          Sí, pero en mi caso no creo que sea sólo eso.
-          ¿Qué te pasa?
-          No me parece algo muy apropiado para contártelo.
-          No te preocupes, no eres el primero que me cuenta sus penas en la cama.
-          Pues mi novia me dejó hace poco y estoy algo decaído.
-          Supongo que eso es la razón del problema. No te preocupes, si los tíos se lían conmigo, me cuentan sus penas y luego vuelven con sus novias.
-          Yo no voy a volver con ella.
-          ¿Por qué no?
-          Pues porque no.
-          Bueno hijo, tus motivos tendrás.
-          Y más si se enterara de mis líos con mujeres
-          Pues que no te hubiera dejado.
-          Sería lo lógico, pero la lógica no es una de sus virtudes. Y más sabiendo cómo es con estas cosas…
-          No te preocupes, yo soy discreta, no somos adolescentes contando sus tonterías.
-          Era de suponer, a mí tampoco me parece cortés contar estas cosas. Aunque no las desmiento.
-          Es que las mentiras no son buenas…
-          Ya lo sé, pero son necesarias a veces.
-          No sé, depende.
-          Si, depende de cómo, cuándo y a quien. Y a veces no queda más remedio…
-          Bueno cariño, cambiando de tema… que si quieres podemos quedar otro día que estés más dispuesto.
-          Espero que sí, tengo tu número. Te llamaré si procede y a ver si te compenso.
-          Que no te preocupes por eso, no hace falta.
-          Para mi es significativo, es algo que se me da bien, y lo de hoy…
-          Pues ya me lo demostrarás otro día. (interrumpió ella)
-          Me alegro de oír eso.
-          Claro, me has caído bien, quedaremos otro día también.
-          Por mi encantado. Ya mismo me iré, que pronto será la hora de almorzar.
-          Vale, pero párate un ratito más aquí conmigo, que es agradable y yo no tengo prisa.
Roberto se giró y ella se volvió a colocar igual que antes, con la cabeza en su pecho. Así estuvieron un buen rato acariciándose el uno al otro silenciosamente, con el único sonido de sus respiraciones en el ambiente.  
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18/01/11 23:55

La noche era tranquila, había poca gente por la calle.  Apoyados en la barra del bar se encontraban Juan y Roberto que llevaban un buen rato allí tomando algunas copas mientras hablaban tranquilamente sobre la situación.
-          Te agradezco que hayas venido tío, ayer pasé un día malísimo en el trabajo.
-          Si anda, vas a pasar el día malo tras la caja del banco… (dijo sarcástico)
-          No hombre, no me refería físicamente.
-          Ya lo había entendido, era por bromear.
-          Pues eso, que he pasado el día pensando en ella.
-          Es normal tío.
-          Y en él.
-          Eso ya es más rarito… (comentó sonriente)
-          Bueno, en los dos juntos quería decir.
-          Si, te entiendo. ¿Lo sabe tu hermano?
-          No, no le he dicho nada. Probablemente liaría el follón.
-          ¿Quieres decir que le pegaría a alguien?
-          Que va, quiero decir que mínimo echaría una bronca a alguien.
-          ¿A ti?
-          No, a mi no, aunque la verdad es que él atinó al suponer que era ese el problema.
-          ¿Y por qué se escondía tanto?
-          Supongo que precisamente por eso, pensaría que iba a putearla si me enteraba.
-          Se cree el ladrón que son todos de su condición.
-          Tampoco pienso yo que se mereciera ninguna putada ella, fue bonito mientras duró, solo por eso no le haría nada.
-          Pues tu lo que tienes que hacer ahora es olvidarte de ella y pasarlo bien.
-          Lo intento, pero no dejo de pensar en si todo podría haber sido de otro modo.
-          Eso es poco relevante ahora, todo es lo que es y ya no hay vuelta atrás. Así que ahora ve quitándote las cosas de la cabeza.
-          Me cuesta.
-          Pues con priva…
-          Y mujeres. (interrumpió Roberto)
-          Eso es, priva y mujeres, la solución a todo, si puedes tener de las dos claro.
-          Poder puedo, que he sido bastante mujeriego…
-          Pues eso que tienes de ventaja, aún sabrás entonces si no has perdido práctica.
-          Pero si es que no tengo ánimos.
-          ¡Anda ya hombre! Tu tomate otra copa verás cómo te dan ánimos.
-          ¡Qué casualidad! Hablando de mujeres y ánimos… (dijo mirando a la puerta del bar)
-          ¿Qué pasa? (preguntó Juan girando la vista)
-          Esa que acaba de entrar.
-          Si, es verdad, vaya par que tiene.
-          No hombre, que la conozco.
-          ¿No será una tal Elena?
-          No, esa se llama Isabel, la conozco pero hace mucho que no la veía.
-          Pues ve a saludarla, yo me quedo aquí.
-          ¿Seguro?
-          Que si, tu a tu rollo.
-          Voy a saludarla y la traigo.
-          Como quieras.
-          Hola Isabel. (saludó Roberto acercándose a ella)
-          ¡Roberto! ¿Qué tal? No esperaba verte aquí.
-          Pues aquí estoy, hace tiempo que no nos vemos ¿Verdad?
-          Si, bastante. ¿Y qué tal todo?
-          Ya te contaré, ahora ven que te voy a presentar a alguien. (dijo mientras la agarraba de la mano y al llevaba hasta donde estaba Juan)
-          ¡Que pronto has vuelto! (bromeó Juan)
-          Este es mi amigo Juan. Ella es Isabel.
-          Encantada. (dijo dándole dos besos)
-          Bueno ¿Y qué haces tan sola por aquí? (preguntó Juan)
-          Pues como mañana trabajan casi todos he salido sola, pero me da igual.
-          Pues ya no estás sola, aquí tienes a mi amigo Roberto.
-          Y a Juan. (añadió Roberto)
-          No, a Juan no tronco, Juan se va a su casa.
-          ¿Pero qué dices hombre?
-          Eso mismo ¿Porqué te vas ya? (dijo ella)
-          Pues tú lo ha dicho antes Isabel, que mañana hay que trabajar y yo me voy ya.
-          Yo es que mañana no trabajo.
-          Yo sí, pero me da igual. Párate un rato hombre.
-          Claro, pero tú tienes que estar sentado y no es lo mismo. Mejor me voy (añadió con un guiño)
-          Ya capto… como quieras, nos quedaremos los dos solos.
-          Pues nos quedaremos solos, sin problema. (añadió Isabel)
-          Además que así la tienes para ti solito macho. (susurró Juan al oído de Roberto antes de irse)
Se marchó dejándolos solos, a Juan le daba igual tener que trabajar al día siguiente, sabía que Roberto no lo dejaría sólo para irse con ella si les surgía, pero pensó que así no tendría que tomar esa decisión y le sería más fácil la conquista, y probablemente dormiría acompañado. Así que se largó y los dejó a su aire por si acaso.