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15/01/11 02:10

Roberto se levantaba de la cama comenzando a vestirse, buscando su ropa por el cuarto. La mujer que reposaba tumbada se despertó y destapó su torso enderezándose.
-          ¿Ya te vas?
-          Si, tras esto…
-          No pasa nada, podemos volver a intentarlo.
-          Tengo mucho alcohol en el cuerpo y pocas ganas.
-          No te molestes hombre, no pasa nada a mi no me importa.
-          Tú te has quedado a gusto ¿no?
-          Sí, claro. Pero si quieres repetir tenemos toda la noche para nosotros.
-          No Elena, mejor me voy.
-          Eso ha sido sólo un contratiempo hombre, que no pasa nada.
-          Si que pasa, me deprime…
-          ¿Pero porqué? Si es una cosa normal.
-          Pues porque sé que puedo hacerlo, y bien, por eso.
-          Anda, ven a la cama y relájate hombre.
-          No, si relajado estoy. (dijo sentándose en la cama)
-          No te preocupes que yo te vuelvo a poner en tensión lo que haga falta. (insinuó ella acariciándole la espalda)
-          No creo que pueda ya, tengo la cabeza en otro sitio.
-          ¿Y dónde está para que vayamos a traerla de vuelta?
-          Pues en lo que me dijo mi amigo.
-          ¿Qué te dijo?
-          Pues que volviera a intentar recuperar a mi novia.
-          ¿Pero tienes novia?
-          Ex novia, me dejó hace poco.
-          Eso lo explica todo.
-          ¿Te molesta que te hable de estas cosas?
-          No, sin problema.
-          ¿De verdad?
-          Sí, que no pasa nada.
-          Entonces…total, que me dijo que no me rindiera, que fuera a verla y siguiera intentándolo.
-          ¿Y lo vas a hacer?
-          Pues la verdad es que ya he tenido muchos dramas con las féminas y estoy algo cansado.
-          Entiendo ¿Pero dramas porqué? Si eres muy agradable.
-          Igual es que no lo soy siempre.
-          No sé, tampoco conozco tu vida. Te acabo de conocer.
-          Sin embargo quizás debería ir a verla, aunque sea un último recurso. La única causa perdida es la que se abandona ¿no?
-          Pues sí, igual lo que te ha pasado quiere decir algo.
-          Lo que quiere decir es que no estoy concentrado en lo que tengo que estar.
-          Seguramente.
-          Pero no te preocupes que no es por ti.
-          No, si yo lo entiendo.
-          Ya he hecho demasiadas veces de todo para recuperar a muchas mujeres. Y estoy harto de lo mismo siempre.
-          Tú sabrás encanto, yo no sé qué decirte a eso.
-          No hace falta que digas nada, puede que le haga caso a mi amigo.
-          Tú verás, yo te ofrezco mi cama de momento.
-          Y te lo agradezco, pero ahora no puedo, lo siento.
-          Bueno, si no te sientes bien yo lo entiendo, ya quedaremos otro día.
-          Te llamaré.
-          Espero que nos volvamos a ver de verdad.
-          Lo mismo digo.
Roberto terminó de vestirse y se despidió de Elena; salió decidido a la calle, una ráfaga de brisa fría le golpeó la cara y lo espabiló del todo. En su mente sólo quedaba una cosa en aquel momento: a pesar estar harto de lo pasado con mujeres anteriormente probaría de nuevo, puede que Alicia mereciera la pena, volvería a intentarlo aunque fuera por última vez.

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