Roberto se levantaba de la cama comenzando a vestirse, buscando su ropa por el cuarto. La mujer que reposaba tumbada se despertó y destapó su torso enderezándose.
- ¿Ya te vas?
- Si, tras esto…
- No pasa nada, podemos volver a intentarlo.
- Tengo mucho alcohol en el cuerpo y pocas ganas.
- No te molestes hombre, no pasa nada a mi no me importa.
- Tú te has quedado a gusto ¿no?
- Sí, claro. Pero si quieres repetir tenemos toda la noche para nosotros.
- No Elena, mejor me voy.
- Eso ha sido sólo un contratiempo hombre, que no pasa nada.
- Si que pasa, me deprime…
- ¿Pero porqué? Si es una cosa normal.
- Pues porque sé que puedo hacerlo, y bien, por eso.
- Anda, ven a la cama y relájate hombre.
- No, si relajado estoy. (dijo sentándose en la cama)
- No te preocupes que yo te vuelvo a poner en tensión lo que haga falta. (insinuó ella acariciándole la espalda)
- No creo que pueda ya, tengo la cabeza en otro sitio.
- ¿Y dónde está para que vayamos a traerla de vuelta?
- Pues en lo que me dijo mi amigo.
- ¿Qué te dijo?
- Pues que volviera a intentar recuperar a mi novia.
- Ex novia, me dejó hace poco.
- Eso lo explica todo.
- ¿Te molesta que te hable de estas cosas?
- No, sin problema.
- ¿De verdad?
- Sí, que no pasa nada.
- Entonces…total, que me dijo que no me rindiera, que fuera a verla y siguiera intentándolo.
- ¿Y lo vas a hacer?
- Pues la verdad es que ya he tenido muchos dramas con las féminas y estoy algo cansado.
- Entiendo ¿Pero dramas porqué? Si eres muy agradable.
- Igual es que no lo soy siempre.
- No sé, tampoco conozco tu vida. Te acabo de conocer.
- Sin embargo quizás debería ir a verla, aunque sea un último recurso. La única causa perdida es la que se abandona ¿no?
- Pues sí, igual lo que te ha pasado quiere decir algo.
- Lo que quiere decir es que no estoy concentrado en lo que tengo que estar.
- Seguramente.
- Pero no te preocupes que no es por ti.
- No, si yo lo entiendo.
- Ya he hecho demasiadas veces de todo para recuperar a muchas mujeres. Y estoy harto de lo mismo siempre.
- Tú sabrás encanto, yo no sé qué decirte a eso.
- No hace falta que digas nada, puede que le haga caso a mi amigo.
- Tú verás, yo te ofrezco mi cama de momento.
- Y te lo agradezco, pero ahora no puedo, lo siento.
- Bueno, si no te sientes bien yo lo entiendo, ya quedaremos otro día.
- Te llamaré.
- Espero que nos volvamos a ver de verdad.
- Lo mismo digo.
Roberto terminó de vestirse y se despidió de Elena; salió decidido a la calle, una ráfaga de brisa fría le golpeó la cara y lo espabiló del todo. En su mente sólo quedaba una cosa en aquel momento: a pesar estar harto de lo pasado con mujeres anteriormente probaría de nuevo, puede que Alicia mereciera la pena, volvería a intentarlo aunque fuera por última vez.
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