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03/01/11 18:00

En su desesperanza, Roberto fue al día siguiente a hablar con la que en un tiempo era la mejor amiga de Alicia, que además de ser su cuñada era la chica que los presentó cuando se conocieron. Allí esperaba encontrar en ella alguna respuesta, quizás pudiera revelar algo que le sirviera en su despropósito.
-          Hola Sonia
-          Hola Roberto. Tu hermano no  está.
-          Ya lo sé, estará trabajando.
-          Sí, no creo que tarde mucho.
-          Pero no he venido a hablar con él, sino contigo
-          ¿Y eso? ¿qué ha pasado?
-          Pues que Alicia me ha dejado, ayer hable con ella y me parece que no van a cambiar las cosas.
-          Pues no lo sabía… A ver, que yo sabía que estabais mal porque no vino a la cena, pero no sabía que estuvieran así las cosas, como no hablas mucho de eso.
-          No dije nada por no estropear mucho las fiestas. Me he ido de casa y todo.
-          ¿Y dónde vives ahora?
-          Pues me he ido a casa de mi madre, por eso estuve tan puntual, pero voy a alquilar un apartamento y me iré allí dentro de nada.
-          ¿Y vas a estar bien viviendo sólo?
-          Si supongo que sí, aunque echo de menos dormir acompañado. Pero bueno, es de esto de lo que quería hablarte.
-          ¿Qué quieres que vaya a dormir contigo o qué? (bromeó sonriente)
-          No mujer, no. Me refería a que de lo que quería hablarte es de Alicia.
-          Bueno, que estaba de broma, anda pasa adentro y nos sentamos a hablar.
-          Pues mira, lo que quería es saber es si tú has visto algo extraño en ella, o si te había dicho algo, es que estoy perplejo. Siempre ha tenido altibajos pero esta vez no estoy seguro de lo que pasa realmente.
-          Pues yo poco te puedo decir. Hace casi un año que hablamos poco, ahora siempre está con sus amigas del trabajo, ya deberías saberlo. (explicó mientras se sentaban)
-          Si, lo sé, pero como tú eres amiga suya de toda vida la debes conocerla mejor. Aparte que por ser mi cuñada y confío mas en tu palabra que en la de ellas.
-          Pues la verdad es que lo único que puedo decir es que siempre la he visto con esos  altibajos contigo. Desde que os conocisteis me decía un día una cosa y al siguiente otra.
-          Explícate
-          Pues eso, un día me decía “me alegro muchísimo de que me presentaras a Roberto, es estupendo y me encanta estar con él” y al día siguiente le pasaba lo que fuera y decía “Roberto es un cabrón, un sinvergüenza, estoy muy mal…” y cosas de esas. Y luego volvía a decir que te quería mucho.
-          Yo sabía que se ponía así a veces y que hablaba mal de mí con alguna gente pero no le daba mucha importancia, porque presumía que era por el cabreo.
-          Supongo que ella se dejaba mucho llevar por su estado emocional en el momento.
-          Y yo supongo lo que pensará de mí más de uno o una con quien ella haya hablado sólo para contarle esas cosas de mí.
-          A mí me parecía muy ilógico lo que decía, no entiendo como cambiaba tanto de un día para otro, se dejaba llevar demasiado. Pero no te preocupes, la mayoría sabemos que la has tratado bien aunque seas un poco sinvergüenza a veces.
-          No, si eso a mí me preocupa poco, lo que piensen de mi me importa un bledo, yo sé lo que he hecho bien y lo que he hecho mal, pero ahora no veo claro lo que pasa.
-          Quizás es ella la que no ve claro, la que no ve la realidad, que sólo ve su realidad como le pasaba a veces, ya me entiendes…
-          Si, te entiendo, la conozco bien. Ahora dice que empezará con un tratamiento.
-          ¿De qué?
-          Pues no sé, supongo que para ese problema del trastorno bipolar.
-          ¿Eso es lo que tiene?
-          Pues realmente no lo sé, no le he preguntado más. Pero supongo que será parecido, Eso explicaría esos cambios tan extremistas.
-          Puede ser, es que era muy de estar en un extremo o en el contrario. Incluso un día me dijo…
-          ¿El qué?
-          Me dijo una vez que si cortabais y yo seguía con tu hermano que te hiciera la vida imposible, cosa que evidentemente no pienso hacer.
-          Eso sí que no me lo esperaba, no lo entiendo.
-          Ni yo. No te mereces nada de eso. Seguramente lo diría como siempre que decía cosa de esas, dejándose llevar por la rabia del momento. Y dudo yo mucho que ningún tratamiento le quite esa forma de hacer o ver las cosas si ella no pone de su parte.
-          Si eso es lo que yo le dije, sólo intentaba ayudarla a cambiar eso.
-          Salvarla de ella misma.
-          Bueno, es una forma de verlo, si, se puede decir así. Pero realmente yo no quería salvar a nadie de nada, sólo quería estar bien con ella y ya no sé qué hacer…
-          De momento no puedes hacer nada mientras esté así, sólo esperar y saber que aquí estamos para lo que necesites.
-          Gracias por tu apoyo… creo que me voy a ir ya, no me siento muy bien.
-          ¿Es  por lo que te he dicho? No era mi intención.
-          No te preocupes, es mejor conocer las cosas aunque ese conocimiento sea doloroso.
-          Lo siento si te ha afectado pero…
-          De verdad que no te preocupes, es mejor saberlo. Me marcho ya. (interrumpió él)
-          ¿No esperas a tu hermano? Llegará ya mismo.
-          No, mañana hablaré con él. (añadió levantándose del asiento)
-          Como quieras, le diré que has venido.
Roberto se despidió y salió de la casa algo apresurado, se sentó en el coche mirando serio al frente. Los pensamientos atacaban su cabeza pero no quería abatirse, respiró hondo y aguantó con firmeza. Tras esto puso el coche en marcha y se fue.

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