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29/01/11 23:20

Juan se apoyaba en la barra observante, mientras Roberto al fondo del bar hablaba con una mujer. Una morena de piel clara con extraño acento y más alta que él. Roberto se giró acercándose a Juan que le preguntó sobre ella.
-          ¿Qué dice la madre patria Rusia?
-          No es rusa hombre, es ucraniana y se llama Masha.
-          Es lo mismo, tiene el miso acento y era también de la unión soviética.
-          Bueno, eso sí.
-          ¿Y qué dice entonces?
-          Pues dice que quiere tema.
-          Eso era deducible, lleva desde que te vio alrededor tuya.
-          Sí, y yo llevo toda la tarde bebiendo.
-          Yo también, pero eso no es excusa.
-          ¿Cómo que no? Si tengo hasta el estómago malo, así no puedo…
-          Tonterías. (interrumpió Juan)
-          Que si hombre, además que parece que no está muy centrada de la cabeza la tía.
-          Eso da igual si para una noche ¿Qué más dará?
-          Sí, pero para quedar mal mejor estarse quieto.
-          Que no tío, tu lo que tienes que hacer es aprovechar.
-          Pero si no tengo ni ganas
-          Si no tienes ganas se hacen.
-          Sí, como el otro día con Isabel.
-          Es verdad, que quedaste con ella. ¿Qué pasó?
-          Pues bien, no tenía ganas, pero digamos que se hicieron.
-          Estupendo entonces.
-          Si, estuvo bastante bien, pero no sé si me volverá a llamar.
-          ¿Y eso?
-          Porque creo que me pasé de agresividad, fui algo salvaje mordiendo y tal.
-          ¿Y a esa no le gusta eso?
-          No sé, a algunas les gusta amanecer marcadas y doloridas, pero no me quedó muy claro que a ella le agradara.
-          Bueno, tú no te preocupes por eso ahora, lo que tienes que hacer es tirarle ya a la rusa.
-          La verdad es que no me gusta mucho esa tía.
-          ¿Qué más dará? Tú que puedes aprovecha por lo que no follamos, que tienes que follar por nosotros.
-          ¡Já, que tío! Ese argumento me parece más convincente.
-          Ya sabes lo que hay.
-          Pues a las tías esas de antes les ha sentado mal al verme con ella.
-          ¿Dices las amigas de mi compadre?
-          Si, esas mismas.
-          ¿Es que alguna quería algo contigo?
-          No creo, me parece que es porque le he mencionado antes: que yo normalmente no salgo a ligar, sino que más bien me encuentro los ligues.
-          ¿Y porque les va a sentar mal?
-          Pues porque me parece que han pensado que yo era un vacilón o mentiroso al decir eso…
-          Pero luego ha venido la rusa a demostrarlo y se ha tirado todo el rato alrededor tuyo metiéndote mano.
-          Exacto, y creo que ha sido como un “¡zas, en toda la boca!” para ellas, y sin proponérmelo, e igual no les ha gustado.
-          Pues que se aguanten.
-          Eso digo yo ¿Para qué iba a inventarme nada? Si no se lo querían creer que no se lo creyesen.
-          Ahora ya lo han visto claramente, así que venga, demuéstralo del todo, llévatela a tu apartamento ya.
-          Bueno, pues hasta otra.
-          Adiós y que vaya bien.
-          Eso espero.
Se largó con ella ante la mirada de los demás, pero iba inseguro, con el estómago revuelto y mareado por el alcohol. Roberto intuía que no era el mejor momento para aquello, pero le costaba negarse a las mujeres, tal que aún así fue con ella hasta su apartamento para, por lo menos, intentarlo.

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