Tras algunos días de separación, Roberto decidió ir a verla con la excusa de recoger sus cosas, así podría saber el ánimo que tenía y cómo se lo estaba tomando Alicia. Él quería hablar con ella, quería ayudarla a superar aquella crisis, a pesar de todo la seguía amando, y necesitaba que ella lo viera claro. Respiró hondo, bajó del coche y llamó a la puerta con firmeza.
- Hola ¿Vienes a por alguna cosa?
- Pues sí, a por mi novia. ¿Ha vuelto ya?
- Déjate de cachondeos que eres cínico hasta para eso.
- No soy cínico, el cinismo es hacer alarde de comportamientos deplorables.
- Es igual, pasa ya y no seas pedante.
- Bueno, igual en el tema sexual sí que soy cínico por alardear de perversión...
- Deja ya las tonterías.
- No tengo ganas de sonreír…
- Deduzco entonces que no te sientes mejor.
- No, estoy igual. (dijo mientras entraban)
- Y con respecto a mi supongo que también.
- Si.
- No puedes estar toda la vida así Alicia.
- Pues el que no lo quiera que no se acerque a mí.
- Pero eso no es solución mujer, no se puede vivir así ni conmigo ni con nadie.
- No empieces ¿has venido a por algo o qué?
- Sí, he venido a llevarme mis cosas, pero también quería hablar contigo sobre esto.
- No hay nada que hablar, estoy así y así seguiré.
- Alicia, si no tienes voluntad de cambio no se soluciona nada. Lo único que haces siempre es intentar huir de todo esperando que con alejarte desaparezcan los problemas. Y así no se soluciona nada.
- Así no hago daño a nadie de mí alrededor.
- Cómo que no, siempre habrá gente a tu alrededor que te aprecie, hoy soy yo, mañana será otra persona, pero siempre habrá alguien, sea quien sea, amigos pareja, lo que sea, siempre alguien te apreciará y sufrirá por ti cuando haya problemas.
- ¿Y qué quieres decir con eso?
- Pues que te pasarás la vida huyendo si sigues así. Si siempre te alejas de los que te quieren para no dañarlos con tu actitud siempre estarás huyendo, porque siempre habrá gente que te quiera en cualquier parte. Y digo y repito que el problema está en ti, que no quieres cambiar y pienso yo que huyes constantemente para no tener que hacerlo.
- ¿Qué sabrás tú?
- Pues mucho, que te llevo viendo desde cerca mucho tiempo, e intentando ayudarte pero siempre recaes en lo mismo.
- Pues por eso, yo no tengo solución, déjame y ya está.
- Otra vez con eso, que no se solucionan las cosas así ¡coño! Que tienes que tener voluntad de cambio y no huir siempre de los problemas.
- Coge lo que hayas venido a llevarte y lárgate ya.
- Pero Alicia, sólo intento ayudarte. (añadió mientras la cogía de la mano)
- Igual que todos que sólo quieren cambiarme.
- No Alicia, no digas tonterías que ya no eres adolescente, que tienes 26 años como para darte cuenta de que te quieren ayudar; a mí me gusta cómo eres, te quiero, pero hay cosas que debes cambiar por tu propio bien, para poder relacionarte con la gente, conmigo o con tus amigos y volver a estar bien.
- Ya no es lo mismo. (replicó soltando su mano despacio)
- ¿El qué?
- Esto, ya no es lo mismo, y no creo que vuelva a serlo…
- ¿Es que para ti no significan nada siete años? Todo lo que he hecho por ti, todo lo que hemos vivido juntos, todo lo que hemos aprendido el uno del otro. Son muchas cosas por las que luchar ¿Hemos vivido mucho juntos verdad? ¿o es que ya no recuerdas nada?
- Sólo lo malo, eso es lo que me pesa.
- Y dale, venga otra vez a lo mismo. Tienes memoria selectiva negativa nena.
- ¿Y eso que es?
- Nada, me acabo de inventar el concepto, pero en esencia quiero decir que ahora mismo sólo eres capaz de recordad las cosas negativamente. Quizás haya venido demasiado pronto.
- Puedes venir cuando quieras, pero seguramente me sienta igual.
- Bueno, cuando empieces con el tratamiento te volveré a llamar a ver cómo estás. De momento voy a llevarme algunas cosas.
Roberto recogió casi toda su ropa y un par de óleos que pintó Alicia hace tiempo, dejó allí algunas cosas suyas, con la esperanza de que ella sintiera algo de nostalgia al verlas. Había intentado mejorar las cosas, pero necesitaría tiempo. Se despidió intentando besarla de nuevo en la mejilla y ella apartó la cara. Se hizo un leve silencio y entonces se marchó sin mediar palabra sintiendo que probablemente aquello era el fin.
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