Miriam y Roberto yacían tumbados en la cama, acariciándose el uno al otro. Abajo se oía aún el jaleo de la fiesta.
- ¿Te ha gustado?
- ¿Acaso no se ha notado?
- Hombre, algo si…
- ¿Es que no me has oído gemir?
- Me parece si no fuera por la música te hubieran oído hasta los de la fiesta.
- ¿Pues entonces para qué preguntas?
- Es la costumbre. Es la pregunta que siempre hago.
- Pues me ha encantado.
- Vaya, es todo un alago. Y eso que últimamente he tenido algún problema con estas cosas…
- Será porque no han sabido tocarte bien.
- No creo, fue por mi estado de ánimo pienso yo.
- Pues a mi hacen lo menos tres o cuatro años que no me lo hacen tan bien.
- Vaya, muchas gracias, pero si llevas desde hace mas de tres o cuatro años haciéndolo… ¿Qué edad tienes?
- Pues dieciséis, cumplo diecisiete este año.
- Joder, pues has sido un tanto espabilada para tu edad.
- ¿Cómo que espabilada?
- Nada, que me parece que has sido un poco prematura para el sexo.
- Supongo, ya llevo unos cuantos. Y a ti no se te da mal desde luego, tienes que tener experiencia también.
- Sí, eso me dijo alguna que otra… pero yo tengo años como para habérmelo tomado con calma. Y, aunque se me diera bien, últimamente me faltaba seguridad.
- ¿Por qué?
- Pues que me mi novia me dejó hace poco.
- El mío también a mí…bueno, más bien lo dejé yo a él.
- ¿Y qué pasó?
- Pues lo dejé porque es un idiota y un inútil.
- Veo que no lo tienes en alta estima.
- No, y mejor no me hagas hablar de él.
- Vale. Pues cambio de tema… me sorprende que haya salido todo tan bien a pesar de la borrachera.
- Eso es que sabemos darle bien cariño. (dijo ella besándole el cuello)
- Eso será, no se me hubiera ocurrido que te gustaba tanto la sodomía.
- No es la primera vez claro…
- Bueno ¿Y tú cuántos años tienes?
- Yo…no sé si decírtelo.
- No creo que pase nada.
- Tengo treinta y dos.
- ¡Anda ya! Estarás de broma.
- Que sí mujer, que es verdad.
- Vale, vale, me lo creo. Es que aparentas menos. Sabía que eras mayor que yo, pero pensaba que no tanto.
- Es que afeitado gano juventud, pero tengo casi el doble de edad que tu. (dijo sonriente)
- ¿Por eso eres el doble de bueno en la cama que los de mi edad?
- Tiene gracia que digas eso
- ¿Por qué? ¿Es que no es verdad?
- No, no digo eso. Lo que tiene gracia es que yo he hecho un chiste parecido con mi amigo Rafa esta misma noche en la fiesta.
- Estamos en la misma onda encanto.
- Será por eso que ha salido bien la noche hoy.
- Y no te preocupes hombre, si a mí me da igual la edad que tengas mientras lo pasemos bien.
- Deduzco de ese comentario que querrás volver a quedar conmigo.
- Pues claro, me ha gustado mucho.
- Gracias por el cumplido. Creo que deberíamos volver a la fiesta.
- Que se vayan a la mierda los de la fiesta, aquí estamos bien ¿no?
- Sí, claro que sí.
- Pues quedémonos un rato más y luego repetimos.
- Vale, pero déjame descansar un poco.
Se quedaron así un rato, acurrucados, para seguir posteriormente con su diversión; haciendo caso omiso a la fiesta y sus integrantes, allí aislados en el cuarto sólo les importaba la lujuria y la pasión del momento.
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